sábado, 9 de agosto de 2014

LA DERIVA DEL PARTIDO POPULAR VASCO

Javier Maroto  no es Hitler; es algo evidente. Pero igual de evidente es que Javier Maroto, Javier de Andrés y el partido político al que pertenecen han adquirido unos modos y unos discursos que les acercan cada día mas a las fuerzas políticas de extrema derecha.

Javier Maroto culpa a los inmigrantes de todos los males que sufren vitorianos y vitorianas, y Javier de Andrés le secunda.  No han hecho una crítica al fraude en las ayudas sociales; en realidad lo que han dicho, y han repetido varias veces, es que los inmigrantes marroquíes y argelinos vienen a vivir del cuento, que no tienen ninguna intención de trabajar.  Es el viejo discurso de la extrema derecha, buscar como explicación a todos los males un enemigo exterior.

Ni  han pedido un mayor control en las ayudas sociales, ni han planteado ninguna iniciativa concreta en ese sentido. Directamente han cargado contra dos colectivos concretos por razón de su origen o nacionalidad.  Si hubieran puesto el acento en el problema de la sostenibilidad de los servicios sociales, si hubieran propuesto medidas para mejorar el control del fraude, su discurso hubiera merecido atención y respeto.  Sin embargo lo que han hecho es buscar un enemigo que cargue con las culpas de los problemas económicos de miles de alaveses y alavesas.

Y la responsabilidad de esos problemas no es desde luego de los inmigrantes. Si una viuda cobra 500 euros de pensión la responsabilidad no es de un inmigrante que cobra ayudas sociales, sino de un sistema de pensiones que no cubre las necesidades mínimas de los pensionistas. Si hay en el estado español un paro desbocado la responsabilidad no es tampoco de los inmigrantes, sino de los gobiernos españoles que durante décadas se han dedicado a promover la especulación en lugar de potenciar la economía productiva. Los inmigrantes no son tampoco responsables de la corrupción generalizada en el estado español, ni tienen nada que ver con los millones de euros que ha supuesto para las arcas del Estado la corrupción que salpica al Partido Popular.

No quieren debatir sobre la sostenibilidad de las políticas sociales o sobre el fraude, no quieren proponer medidas que ayuden a mejorarlas. Han encontrado un chivo expiatorio que explica los efectos de la crisis y que exime de responsabilidad a su propio partido.

Javier Maroto, y el PP vasco, comparten discurso en esta materia con los partidos de extrema derecha europea como el Frente Nacional de Marine Le Pen.

Pero no solo en esta materia, también en otras la deriva hacia la extrema derecha del PP vasco es evidente. Hace unos días Iñaki Oyarzabal pidió explicaciones sobre la financiación de los batzokis. Dijo no tener ni pruebas ni indicios de que existiera irregularidad alguna, pero exigió explicaciones. Después otros miembros de su partido han insistido en plantear esas mismas dudas, admitiendo siempre que no tienen ni pruebas ni indicios de que haya nada irregular. Es otra prueba del matonismo político propio de la extrema derecha que caracteriza al Partido Popular del Pais Vasco. Se sienten impunes para injuriar, calumniar y poner en duda la honorabilidad de sus rivales políticos,  y se lanzan a hacerlo esperando conseguir algún rédito político. En este también comparten modos con la extrema derecha.

En los últimos días muchas personas me han hecho llegar su preocupación por la deriva del PP vasco, entre ellos algunos conservadores cabales que se venían viendo representados por ese partido. Se preguntan que ha ocurrido, porqué esos chicos que parecían tan modernos han virado hacia la derecha de forma tan notoria.

No tengo una única explicación, pero supongo que algo tendrá que ver el hecho de que el PP esté convirtiéndose poco a poco en un partido cada vez mas minoritario en Euskadi, que lleva camino de la marginalidad. Incluso en Alava el PP pinta cada vez menos. En las dos últimas elecciones el PP ha sido en Alava la cuarta y la tercera fuerza política, sin posibilidad alguna de optar al triunfo.
Algo puede tener que ver también el modo en el que se produjo el cambio de liderazgo en el Partido Popular del país Vasco, entre fuertes disputas internas y con la elección de la nueva Presidenta entre rumores de pucherazo.

En suma, un partido roto, que pierde votos a raudales y en el que los unos echan pestes de los otros. Un caldo de cultivo perfecto para que cada cual diga la mayor estupidez, no vaya a ser que sus declaraciones se vean tapadas por la barbaridad más grande proferida por cualquier compañero.

En esta situación el histerismo ha cundido entre los antaño modernos representantes del PP vasco, y han pensado que quizás endureciendo su mensaje, acercándose a los postulados de la extrema derecha y el populismo lepenista, conseguirán rebañar los votos que necesitan para no tener una debacle que les condene a la irrelevancia.


Se equivocan. Los alaveses y alavesas no quieren extremismos. Quieren que sus gobernantes tengan sentido común, que se dediquen a resolver sus problemas. No quieren ni alcaldes ni diputados generales incendiarios que rivalicen entre sí por decir la barbaridad más grande.  Quieren gente seria en las instituciones, que dedique su tiempo, sus conocimientos y su experiencia a sacarnos a todos de esta crisis, a generar empleo, a crear una Alava mas rica y mas prospera.  

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