Es costumbre dar a todo gobierno cien días de gracia. Durante ese plazo el nuevo gobierno ha de ponerse en funcionamiento y se toleran por parte de la oposición errores veniales sin elevar el tono de la crítica, dando a los nuevos gobernantes la oportunidad de ir asumiendo poco a poco las riendas del gobierno.
En el caso de la Diputación Foral de Alava nos encontramos en ese supuesto. Van pasando los días, hasta llegar ya a setenta y cinco, y prácticamente nada sabemos de lo que quiere hacer con Araba el gobierno popular.
Los diputados forales no nos dicen cuáles son sus propuestas, que quieren hacer, hacia donde quieren llevar a nuestro territorio, y ante su total pasividad ha tenido ser el Grupo Juntero del Partido Nacionalista Vasco quien solicite que comparezcan a la mayor brevedad ante las Juntas Generales.Cunde la sensación de que si la Diputación Foral funciona es porque tiene unos magníficos funcionarios, pero que hay una absoluta falta de dirección política.
Araba no puede permitirse esta situación. En una coyuntura en la que resulta más necesario que nunca actuar con decisión y claridad de ideas, los cien días de gracia para los gobernantes pueden convertirse en una desgracia para los ciudadanos.Llegado pues el día setenta y cinco del gobierno popular es hora de exigir al gobierno que preside Javier de Andrés que gobierne.
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